VIÑA: PENSAR EN LA CIUDAD QUE QUEREMOS

Llega septiembre y nos encuentra en un contexto muy distinto del habitual. “Fondéate en tu casa”, resuena la propaganda del Gobierno. Muchos de nosotros ni siquiera saldremos a la calle a la luz de números que no nos favorecen: cinco comunas de la quinta región permanecerán confinadas.

Como efecto de lo anterior,  no  se observa en el entorno un ambiente dieciochero. Volantines en el cielo, el inconfundible tikitikiti de las cuecas o el olor de las empanadas pasan desapercibidos por el avistamiento del próximo plebiscito que tiene a la ciudadanía de todo el país bastante dividida. 

Esta pausa que se alarga más de lo esperado y deseado, puede ser sin embargo una oportunidad para soñar en un futuro mejor. En efecto,  el haber detenido por un tiempo nuestras rutinas personales, sociales y laborales y habernos volcado hacia una vida más confinada,  probablemente nos ha hecho plantearnos algunas preguntas:

¿Cómo querremos vivir cuando pasemos a la etapa de la nueva normalidad?,  ¿cuáles serán nuestras nuevas formas de relacionarnos?, ¿cómo manejaremos nuestros espacios personales?,  ¿cómo nos vincularemos con nuestro entorno?… son algunas de las inquietudes que probablemente nos habremos formulado en estos meses.

Varias de las respuestas las encontraremos de seguro en nuestros espacios privados y familiares. Otras sin embargo,  debemos buscarlas en la discusión pública puesto que pertenecen  a ese ámbito. Porque ciertamente la pandemia ha develado muchas fragilidades y desigualdades en nuestro modo de vivir en sociedad. 

Por ello, tal vez sea este el momento de pensar en la ciudad que queremos y también en la forma de conseguirla. Cuando uno  escucha a la gente se da cuenta de que los viñamarinos no sólo somos críticos de nuestra ciudad, también tenemos ideas respecto de esta. La mayoría queremos una ciudad más ordenada limpia,  conectada,  segura e inclusiva. Queremos una ciudad con identidad y con una visión a largo plazo.

Una ciudad en que el turismo no sólo sea pensado en términos estacionales ni masivos sino que se conecte profundamente con la identidad del viñamarino,  que recoja su historia constituyéndose como un relato. Que se convierta en una industria coherente y sólida capaz de capacitar,  formar, dar trabajo  y vida cultural de esparcimiento y al aire libre a miles de viñamarinos y visitantes. 

Lo anterior debe  responder a una planificación   en el   mediano y largo plazo y para ello existen instrumentos técnicos adecuados. Asimismo debe implicar   una participación ciudadana,  consciente y propositiva, que sea capaz de ir más allá de la crítica negativa de unos y de la complacencia interesada y populista de otros,  para construir entre todos la ciudad que queremos. Se puede y estamos en el momento justo de hacerlo: “Pensar en la ciudad que queremos”. 

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