JORDANIA

Uno de los paisajes naturales y espirituales más espectaculares del mundo es la costa este del Mar Muerto, que ha evolucionado hasta convertirse en el centro tanto del turismo religioso, como del turismo de salud y bienestar de toda la región. Un conjunto de estupendas comunicaciones, excelentes hoteles con instalaciones de fitness y spas, así como descubrimientos espirituales y arqueológicos hacen de esta región un tentador destino para los visitantes internacionales, al igual que un día lo fue para reyes, emperadores, comerciantes, profetas y peregrinos en la antigüedad.

Un milagro viviente de la naturaleza, un lugar para rejuvenecer y regenerar cuerpo y alma. El Mar Muerto, cuyo nombre en hebreo es Yam Hamelaj, se encuentra a más de 400 metros por debajo del nivel del mar. Siendo el punto más bajo sobre la faz de la tierra, esta amplia extensión de agua es el destino final de innumerables ríos, entre los que se encuentra el Jordán. Al este es flanqueado por montañas y al oeste por las colinas de Jerusalén, dibujando un paisaje sin igual. 

El escenario que lo enmarca ya es del todo soberbio, en especial a primera hora, cuando la niebla que lo sobrevuela cobra un tono azulado, y también en los inspiradores atardeceres rojizos que despachan sus orillas cubiertas  por una espesa costra de sal. Sin población alguna a la vista, este lago de sal permanece escoltado a uno de sus lados por las paredes del valle de Rift y, del otro, por las colinas de Jerusalén, cuyas luces, muy en la distancia, al igual que las de Jericó, llegan a atisbarse durante la noche entre silencios sobrecogedores.

Se palpa en el ambiente un antiguo paraje, en los que no ha dejado de escribirse la historia de la humanidad desde mucho antes de que comenzara. Una encrucijada donde han nacido tres de las religiones más importantes del mundo.

 

El capricho de Cleopatra

Las propiedades benéficas del lodo negro que brota generosamente de la tierra, y de sus cálidas y remansadas aguas atiborradas de sales minerales, ya eran conocidas desde los tiempos del Rey Herodes. Cuenta la leyenda que la reina egipcia Cleopatra sedujo a Marco Antonio para que enviara sus legiones con el fin de conquistar la baja Jordania. Ya desde aquellos días lejanos, el Mar Muerto – con 80 kilómetros de largo por 14 de ancho – era codiciado como el  Spa natural más grande del mundo.

 

EL TESORO DE PETRA

En la última década, las orillas del lado jordano han visto florecer un todavía discreto número de hoteles de calidad en los que muchos europeos se consagran durante días o incluso semanas a los tratamientos de salud y belleza para los que están indicadas sus aguas. O bien, simplemente se dedican a relajarse un par de días tras haber recorrido los grandes alicientes que dan renombre internacional a Jordania: la ciudad nabatea de Petra, cuyo descubrimiento – hace doscientos años en manos del aventurero suizo Johann Ludwig Burckhardt – se celebró en el año 2012.

Aunque han corrido ríos de tinta sobre Petra, nada nos prepara en realidad para este impactante lugar. Denominada a menudo como la octava maravilla del mundo antiguo, Petra es, sin ninguna duda, el tesoro más preciado de Jordania y su atracción turística más importante.

Es una enorme ciudad excavada por completo en las rocas por los nabateos, una tribu árabe muy trabajadora que se estableció en la zona hace más de 2.000 años y la convirtió en una importante ciudad de paso que unía las rutas de la seda, las de las especias y otras que conectaban a China, la India y el sur de Arabia con Egipto, Siria, Grecia y Roma.

 

 

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