Educar a un adolescente hoy… sin morir en el intento

  • Por Nicolas Cerda Díez
  • Psicólogo clínico
  • Coach especialista en adolescentes
  • Instagram:@ncerdad

Educar a un adolescente nunca ha sido tarea fácil. Pero hoy, en pleno siglo XXI, el desafío ha escalado a un nivel que exige mucho más que amor y buenas intenciones. Exige actualización, flexibilidad emocional y una profunda conexión con la realidad actual.

La adolescencia de hoy no es la misma de ayer. Aquello que antes se resolvía con una conversación en la mesa, hoy se enfrenta a un mundo saturado de pantallas, redes sociales, estímulos incesantes y modelos de éxito muchas veces irreales.

La autoridad parental ya no viene por decreto. Hoy se gana, se negocia… y a veces se pierde. Pero no todo es tan sombrío. Comprender este nuevo escenario nos permite recuperar nuestro rol como guías y referentes. La clave no está en renunciar a nuestra misión, sino en actualizar nuestras herramientas.

Como señala la Escuela Europea de Coaching, la adolescencia es un reflejo de la sociedad: vivimos apurados, con exceso de estímulos, buscando validación instantánea y con una emocionalidad frágil. Y como advierte el especialista Daniel Halpern, el uso desmedido de la tecnología amenaza directamente el desarrollo de la identidad adolescente. No se trata solo del contenido que consumen, sino del impacto emocional que produce estar expuestos constantemente a vidas editadas, cuerpos perfectos y relaciones ficticias.

Muchos padres se sienten solos, agotados y hasta culpables por no saber cómo acompañar a sus hijos. Pero no es la falta de amor el problema: es la falta de recursos adecuados para un mundo que cambia más rápido de lo que alcanzamos a procesar.

Por eso, educar a un adolescente hoy exige:

  • Escuchar más que imponer.
  • Negociar sin ceder en los valores esenciales.
  • Acompañar sin sobreproteger ni abandonar.
  • Enseñar a usar la tecnología con sentido crítico.
  • Ayudarlos a construir una identidad sólida en medio del ruido externo.

COMUNICACIÓN EMOCIONAL EN LA ERA DIGITAL

Muchos adolescentes tienen dificultades para verbalizar lo que sienten. Es una etapa introspectiva por naturaleza, marcada por cuestionamientos y rebeldía. Si a eso sumamos la pérdida del lenguaje verbal en favor de mensajes escritos o emojis, el panorama se complica aún más. Es común que los padres se desesperen ante una comunicación disfuncional, sin saber cómo intervenir.

La clave está en no desaparecer. Aunque los adolescentes parezcan apáticos o pidan distancia, necesitan saber que estamos ahí, presentes, atentos, disponibles. El amor se transmite en gestos, en límites claros, en estructuras firmes, pero también en el interés genuino por su mundo. Si a tu hijo le gusta la bicicleta, súbete con él. Si le apasiona la música, escucha su playlist. El vínculo emocional muchas veces comienza en esos pequeños “rompehielos”.

Interrogarlos en frío o repetir el clásico “yo ya tuve tu edad” suele cerrar puertas. En cambio, empatizar, contener y validar sus emociones abre caminos. El 99% de los conflictos no se resuelven solo hablando, sino escuchando activamente y conectando desde lo humano.

REDES SOCIALES Y AUTOESTIMA

Paradójicamente, vivimos en la era de la hiperconexión y, sin embargo, muchos adolescentes se sienten más solos que nunca. Las redes sociales ofrecen relaciones superficiales, ideales inalcanzables y validaciones fugaces. Además, la sobreexposición digital los deja vulnerables a comparaciones, bullying y relaciones “de cristal” que fácilmente se rompen.

Sumado a esto, el poco tiempo de calidad con los padres —producto de jornadas laborales extensas— intensifica el vacío emocional. La contención familiar sigue siendo el principal escudo frente a este mar de estímulos. Necesitan saber que estamos, que pueden volver a casa emocionalmente, que hay un adulto que los ama, los guía y los sostiene.

Educar no es solo corregir. Es también reconocer lo que hacen bien. Como adultos, debemos trabajar la paciencia, desarrollar la escucha activa y estar dispuestos a aprender del otro, incluso si ese otro tiene 15 años y una visión del mundo completamente distinta.

RESPONSABILIDAD, NO CULPA

En coaching hablamos de pasar de la culpa a la responsabilidad. Decir “la culpa es mía” no ayuda. Educar es una tarea imperfecta por definición. Lo importante no es evitar el error, sino acompañar cuando ocurre, contener, y ayudar a que no se repita, especialmente cuando hay conductas de riesgo.

Más que castigar, se trata de enseñar a pensar, a evaluar consecuencias, a tomar decisiones más conscientes.

TIPS

  • Escucha sin interrumpir.
  • Sé paciente: están en proceso de descubrimiento.
  • Haz preguntas abiertas: “¿Qué te llevó a hacer eso?” en vez de “¿Por qué lo hiciste?”
  • No sobreprotejas. Proteger no es aislar.
  • Reconoce sus logros, no solo sus errores.
  • Educa con el ejemplo.
  • Y nunca olvides: “Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto” (Aristóteles).

Educar a un adolescente hoy es un acto de amor valiente. No se trata de hacerlo perfecto, sino de hacerlo con conciencia, humildad, perseverancia… y la certeza de que vale la pena.

Edición 181, mayo 2025

 

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