El lado más sensible de José Antonio Neme: “Hoy amo de una forma más madura y menos tóxica”

Después de vivir muchas miserias emocionales -tal como lo dice- reconoce ahora estar en un estado de equilibrio, tanto en lo profesional, como en lo personal. Se lo adjudica a una madurez que ha ido trabajando, invirtiendo y cultivando con el tiempo. Finalmente entendió que su mayor activo es él mismo. Y, por cierto, ¡sus perros también! Confiesa estar enamorado, en una relación ya de bastantes años, pero señala que sin el amor también se puede vivir. Dejó de ver la vida con el lente de la euforia. Logró aterrizar.

Sus programas son un éxito, pero la templanza la misma. “Lo que hoy puede repercutir, mañana no”. Sus performances e intervenciones en el matinal generan reacciones inmediatas en redes sociales. Reconoce que al televidente hay que ofrecerle “algo más”, deslizando al mismo tiempo, fuertes y agudas críticas a sus colegas en cuanto al ejercicio del periodismo televisivo, como también al rol y desempeño de la industria en los tiempos que corren hoy en día.

  • Entrevista: Pablo Yutronic
  • Fotos y producción: Guille Vargas Pohl
  • Vestuario: Agradecimiento a Vélez
  • Instagram: @jananeme

El reloj marca las diez y media de una nublada mañana de domingo, y José Antonio Neme ingresa a la cafetería de Providencia con total naturalidad recibiendo el afectuoso saludo de quienes allí trabajan. Se ve que es cliente habitual, que lo conocen más allá de las pantallas del matinal de Mega. Pese al murmullo contante de un salón casi lleno, el periodista y conductor de TV, se ve cómodo, relajado, tal como el look que viste, listo para disfrutar de una buena conversación con aroma de café.

De la cocina llegan croissants recién horneados, tostadas crujientes, jugos de naranja y capuchinos humeantes. El escenario no podría ser mejor. “El Jose” pide una paila de huevos revueltos, acompañada de un pote de palta y tostadas de molde. El café, por supuesto, no falta. Mientras espera su desayuno, hojea con rapidez las últimas ediciones de Costa Magazine. “Qué choras, qué buenas”, comenta con naturalidad en su estilo distendido.

Surge entonces la inevitable pregunta: ¿qué hay detrás de ese personaje deslenguado que vemos en pantalla? ¿Cómo imagina su futuro? ¿Qué lugar ocupan la fama y el ego en su vida? En esta conversación íntima, José Antonio Neme deja ver un costado personal y sensible, revelando a un comunicador que no conoce los términos medios: dice lo que piensa y lo que cree. Esa autenticidad es, al final, lo que lo define. Pocos minutos después, su desayuno está sobre la mesa. La charla recién comienza.

¿Cómo defines tu actual momento profesional?
Fíjate que estoy tranquilo, cómodo, seguro de mí mismo. No estoy eufórico, no soy una persona muy eufórica, a pesar de lo que muchos puedan creer -porque como soy pasado de roscas (ríe)- pero no. Estoy en un estado de equilibrio, así lo definiría, en lo profesional y en lo personal. Así que, mejor momento ¡imposible! Claro, tampoco no podría ser tan tajante en decirte que éste es mi mejor momento profesional, me imagino que mi trabajo no se ha terminado hoy, entonces queda ¡supongo! Pero la realidad es que me siento tranquilo, sobre todo con la gente que trabajo en cámara y fuera de cámara. Me siento respetado y escuchado por mis compañeros.

Se te ve sereno.
¡Es que yo soy una persona mayor ya! (ríe) He visto mucha gente subir y bajar. He visto mucho en mi vida; he vivido muchas cosas de las cuales algunas se saben, y otras que no. Entonces mi mente ya no es adolescente. Lo que hoy día puede repercutir, mañana no. Así de simple. Hay un dicho que me parece bien certero: “Con el diario de hoy, mañana se envuelve el pescado en el terminal”, y la vida es así ¡y para todos! Aplicable en todo orden de cosas.

Jose ¿y en qué momento empezaste a desarrollar ese rol más “deslenguado” en TV?
Yo creo que uno va probando. El público te va dando mucho cariño y confianza, y eso uno lo tiene que devolver con cierta “osadía”. Tú al público le tienes que ofrecer “algo más”. Creo que la gente dice “Haga la pega, entreténgame, infórmeme, deme perspectiva, dígame alguna huevá que no sepa. Pero no venga a aparecer como un fantasma o robot, diciendo o leyendo algo que escribió otro”, ¿se entiende? La gente prende la televisión no para ver al mismo tipo diciendo la misma noticia de todos los años de la misma manera, una y otra vez. ¡Hay que jugar! Cambiar las palabras, saltar, gritar, no sé. Decirlo de manera creativa, para comprometerse a mostrar un producto “original” dentro de lo posible. Yo al menos trato de hacer eso. Es un ejercicio creativo simplemente.

¿Qué rescatas de la industria de la televisión en general?
¿La verdad? Pocas cosas. Somos una industria bastante mediocre. Estamos metidos en un negocio muy mediocre que además está absolutamente precarizado, desde lo narrativo y lo económico. El relato televisivo es absolutamente pobre. Estamos llegando tarde a los debates. Estamos llegando mal a los debates país, mundiales, etcétera. Estamos accediendo por una puerta equivocada. A ver, ¡no todos! Pero sí me atrevería a decir un 90% ¿se entiende? Estamos precarizados desde lo intelectual, lo emocional y económico.

¿Encuentras “malos” a los periodistas que se desempeñan en pantalla hoy por hoy?
Es que como la industria está precarizada, también se tiende a precarizar al público, a la audiencia. Cosa que está totalmente mal. Se subestima al público, y al mismo tiempo, ¡se sobreestima la imagen personal del periodista!, algo totalmente sobrevalorado. Si te fijas, cada pregunta viene con tanto dato, tanta información irrelevante, que más o menos ¡les falta sacar integrales y logaritmos para formular una simple pregunta en cámara! La opinión pública funciona bajo premisas que son lógicas, pero tremendamente complejas. ¡Pero lógicas que no hay que buscar en un sitio web! Esto no es la sociedad de los científicos creadores de la bomba atómica, tú no le estás hablando a una sala llena de neurocirujanos e investigadores. Tú le estás hablando a la enfermera, al taxista, etcétera. ¿Tú te levantas en la mañana y lo primero que haces es ver a cuánto está el dólar? ¡No! A lo que voy, es que el pulso social, lo que te mueve al final, son cosas mucho más simples, breves, pero al mismo tiempo, muy complejas.

Apuntas a que se menosprecia al televidente…
El grueso de los comunicadores televisivos -y esto lo digo con mucha responsabilidad-, la mayoría de los rostros, le hablan a una audiencia infantilizada. Se infantilizan a sí mismos, no voy a decir ningún nombre en particular, pero actúan como si fueran infantes ¡Eres un hombre adulto, compórtate como una mujer adulta! No tienes por qué infantilizarte para ser simpático y agradar. Y la audiencia que está al otro lado, ya tiene una opinión de las cosas, porque en su mayoría tienen redes sociales y acceso a internet, pueden opinar de las cosas, se enojan, se alegran, y así. Son emociones maduras y adultas de la audiencia ¡no hay que tratarlos como guaguas!

¿Cuál es tu vínculo con la fama, con el ego? ¿Cómo manejas eso?
¡Soy absolutamente egocéntrico! Me encanta. Me miro al espejo y me amo, ¡me encanta tirarme flores! Me encanta comprarme cosas y verme bien, ¡me tiro vibras constantemente! Me encanta contar mis experiencias, hablar de mí y llamar la atención. ¡No tengo pudor de eso! Y el que no quiera escucharlo, tiene miles de ciudadanos más para escuchar. Lo que pasa que en Chile hay un pudor de hablar respecto a los logros personales, del ego, de lo que a uno le gusta y de hablar de sí mismo. ¡Se tiende a entrar en una especie de empatía casi bíblica! Al final la relación que uno tiene con uno mismo es la más importante de la vida, y yo he invertido mucho tiempo, plata y esfuerzo mental, para encontrarme la raja. Soy mi mejor pareja. Esto claro, te lo digo a mis 44 años, cuando pasé muchas miserias emocionales, pero después de ese tránsito, me dije “es lo único que tenís papito, a uno mismo” .

Dices que eres tú mejor pareja, ¿pero tú estás en una relación actualmente?
Si, hace muchos años ya…

¿Estás enamorado?
Sí, estoy enamorado. Llevo casi diez años, o poco menos, ¡pero tengo 44 años! Entonces ya la pareja uno no la idealiza tanto tampoco. Como no soy eufórico ahora en lo profesional, tampoco lo soy a esta altura con lo otro. No siempre fui así. Me he ido calmando con el tiempo, y eso es madurar finalmente. A esta altura de mi vida trato de mantener criterio de realidad de las cosas. Obviamente hay que tener una relación sana, bonita, tranquila, pero la vida no se acaba, ni porque hay amor, o porque no lo hay. Hoy amo de una forma más madura y menos tóxica, menos histérica. A medida que uno envejece, la vida se hace más simple, menos lírica, menos teatral y más aterrizada.

Por último, Jose ¿cómo te ves en el futuro? ¿Qué te queda por hacer?
Fíjate que entre más envejezco, me dan más ganas de hacer menos cosas. ¡Me encantaría no hacer nada! (ríe). Estar viviendo con mis animales en la playa o en el campo. Obviamente con mi vida económica asegurada -no tengo idea cómo- pero el ideal es ese. Para mí esto es un trabajo, y lo disfruto, quiero a la gente, me pagan bien por lo que hago, creo que interpreto bien a un grupo importante de personas y hago mi contribución diaria, ya está. Pero no quiero estar en esto hasta los 105 años, no me interesa. Yo no veo esto como un apostolado. Me encantaría vivir en una parcela, con muchos animales, cuidarlos y criarlos. ¡Listo!

Edición 185, septiembre 2025

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